El modelo salutogénico, nacido en los años setenta a raíz de los trabajos del sociólogo americano-israelí Aaron Antonovsky pone el énfasis en los orígenes de la salud y el bienestar, anteponiéndose al tradicional enfoque occidental patogénico. Planteando la salud no de una forma dicotómica sino como un continuo salud-enfermedad, el modelo propone que un individuo puede encontrarse en un punto u otro del continuo en cualquier momento de su historia vital. Para ello desarrolla los Recursos Generales de Resistencia, como aquellos factores (biológicos, materiales y psicosociales) que hacen más fácil a las personas percibir su vida como coherente, estructurada y comprensible, y por tanto situarse en un punto u otro del continuo.
El modelo salutogénico propone potenciar aquellos factores que hacen a las personas reaccionar a las situaciones estresantes de forma constructiva. Del enfoque salutogénico y la promoción de la salud (OMS, 1986) deriva un nuevo modelo que va a poner en valor el concepto de activo para la salud.
Un activo para la salud se puede definir como cualquier factor o recurso que potencie la capacidad de los individuos, de las comunidades y poblaciones para mantener la salud y el bienestar.
El modelo de activos para la salud fue propuesto como una forma de revitalizar la promoción de la salud. Aporta una perspectiva que fomenta que las comunidades reorienten su mirada al contexto y se centren en aquello que mejora la salud y el bienestar y potencie la equidad.
El modelo de activos, y la Salud Comunitaria Basada en Activos (SCBA) desarrolla procedimientos para conocer qué conduce a una mejor calidad de vida de las personas y se centra en identificar y utilizar los activos o riquezas de las comunidades a través del mapeo de activos. El mapeo es una herramienta que pone énfasis en los determinantes sociales de la salud y sirve para colaborar a contrarrestar los efectos de las desigualdades sociales.
La SCBA incluyendo la identificación de activos y la recomendación de recursos o activos, se presenta como una herramienta para ayudar a profesionales y pacientes a enfocar las intervenciones con raíces en problemática social. Se sabe que la participación de las personas de una comunidad en la propia salud y bienestar las empodera y convierte en más eficaces los programas. Incluir las estrategias y las prácticas de la promoción de la SCBA en el día a día suma eficiencia en el trabajo de los profesionales y en la atención a los pacientes.
Es necesario promover la transmisión y divulgación del conocimiento científico relativo a la salud comunitaria entre los profesionales de atención primaria (AP), para así, incidir en sus percepciones, actitudes y motivaciones.
Además, el aprendizaje de las habilidades y competencias necesarias para la realización de actividades comunitarias con enfoque salutogénico, y su incorporación en los programas formativos, contribuyen a acrecentar la calidad y el rigor de las intervenciones, así como su sostenibilidad en medio-largo plazo.
Incidiendo en la formación especializada se consigue que las profesiones médicas, enfermeras, trabajadoras sociales y otras profesiones y oficios de la AP sean capaces de realizar diagnósticos en salud y mapeos de activos allá donde trabajen, permite mantener a los tutores al día sin que sea asumido como una carga de trabajo adicional y que se extienda los límites de la intervención a otros niveles asistenciales (por ejemplo, las urgencias hospitalarias y extrahospitalarias), donde la perspectiva de activos puede también resultar beneficiosa. Es por ello que este taller está dirigido a profesionales en formación en estos ámbitos, así como a otras personas en formación interesadas y con perfiles profesionales vinculables con la AP (como trabajadoras sociales o estudiantes de enfermería y medicina).